Gabriela Collado

Terapeuta Holística. Maestra Espiritual. Coach en Relaciones. Terapia PNL. Transgeneracional. Biodescodificación. Risoterapia. Reiki Master. Terapia Metamórfica. Registros Akashicos. Tarot Evolutivo. Canalizaciones. Terapias y Talleres Vivenciales (Presenciales y On Line). Conferencista. Seminarios Motivacionales.

martes, 30 de junio de 2015

Ataques y defensas

retratos de ansiedad: mi corazón inquieto de Katie Crawford
Suelta el miedo, no tienes que defenderte de nada. Si necesitas defenderte creas el ataque.
Es una ilusión, el ataque es una ilusión.
¿De qué huyes? ¿De ti? ¿Qué vas a crear? ¿En qué vas a creer?
Tu mismo eres el muro sobre el que eriges tu defensa y, el muro que no permite pasar el ataque, tampoco permite que traspase el amor.
Todo son una y la misma cosa.
No hay invasión ni ataque si tu no lo vives como tal, porque el ataque está en tu mente, eres tu quien se invade a través de tus pensamientos.
El "otro" puede entrar y salir de tu vida, incluso de tu cuerpo, pero si tu no lo consideras invasión no lo será.
La invasión y el ataque están relacionados con lo que tu piensas de las cosas, más que con las cosas en sí.
Es juicio, por supuesto.

"Sí, el Todopoderoso será tu defensa y a ti no te faltará nada."

Gabriela Collado - Anarel

lunes, 22 de junio de 2015

Amor vs Sacrificio

Amor y Dolor - Edvard Munch
Hemos creado un culto al sufrimiento. Sufrir está bien visto, disfrutar no.
Asociamos determinadas situaciones al sufrimiento y si no sufrimos por ellas, o los demás no nos ven sufrir por ellas, entonces algo está mal en nosotros.
Por ejemplo, si me entero de la muerte de un ser querido, automáticamente en mi mente se activa un programa que dice; "sufrimiento" y mi cerebro prepara a mis emociones para llorar, angustiarme e, incluso, desesperarme. ¿Quiere decir esto que no debe dolerme la muerte de un ser querido? Dependerá mi educación y mis creencias. No responderé a su muerte sino a mis creencias.
En muchas culturas originarias de América, cuando un niño nacía, los familiares lo lloraban durante tres días y cuando algún miembro del clan moría, se hacía una fiesta. Cuando alguien parte de este plano, en realidad, lloramos por nosotros, no por el ser que parte. Nos angustia su ausencia física de nuestro lado.
Siempre podemos elegir de qué modo vamos a ver las cosas y, del modo que elijamos verlas, será la respuesta emocional que obtengamos.
En muchísimas ocasiones he escuchado que Amar a alguien es sacrificarse por esa persona. El amor asociado al sufrimiento forma parte de una creencia colectiva muy arraigada, por eso muchos huyen a las relaciones.
Amor no es sacrificio.
Amar a alguien no debe suponer un sufrimiento si no, por el contrario, se trata de un sentir natural.
"Amar es sacrificarse por el otro", pero ese sacrificio no es el de dejarnos de lado por el otro, si no el de sacrificar al ego frente al otro, derribar la barrera del miedo que incluye el propio deseo e interés.
La palabra sacrificio viene del latín (sacro + facere) y significa hacer sagradas las cosas, honrarlas, bendecirlas, entregarlas al servicio de la Gran Conciencia.
En ningún caso sacrificio significa dolor o pérdida. Ese sentido se lo ha ido dando nuestro ego en su negativa a amar sin condiciones, por el simple y maravilloso hecho de amar.
He aquí la urgencia de desaprender la distorsión que hemos fabricado en torno a todas las cosas.

Eres tu, somos nosotros.

Gabriela Collado - Anarel

sábado, 6 de junio de 2015

Polifemo: Que nada te mueva de tu paz

Odiseo en la cueva de Polifemo, Jacob Jordaens, primera mitad del siglo XVII.

En la mitología griega, Polifemo (en griego antiguo ‘de muchas palabras’) es el más famoso de los cíclopes, hijo de Poseidón y la ninfa Toosa. Se le suele representar como un gigante barbudo con un solo ojo en la frente.
En el canto IX de la Odisea de Homero, una partida de reconocimiento encabezada por Odiseo, un héroe de la Guerra de Troya, llegó a la isla de los Cíclopes y se aventuró en una gran cueva. En ella entraron y empezaron a darse un banquete con la comida que allí había. No sabían que dicha cueva era el hogar donde vivía Polifemo, quien pronto se topó con los intrusos y los encerró en ella. Entonces empezó a devorar a varios de ellos, pero Odiseo urdió un astuto plan para escapar.
Para hacer que Polifemo se confiase, Ulises le dio un barril lleno de vino muy fuerte sin aguar. Cuando Polifemo le preguntó su nombre, Odiseo le dijo que se llamaba outis, un nombre que puede traducirse como «Ningún hombre» o «Nadie». Cuando el gigante, borracho, cayó dormido, Odiseo y sus hombres tomaron una lanza fraguada y la clavaron en el único ojo de Polifemo. Éste empezó a gritar a los demás cíclopes que «Nadie» le había herido, por lo que entendieron que Polifemo se había vuelto loco, llegaron a la conclusión de que había sido maldito por un dios, y por tanto no intervinieron.
Por la mañana, Odiseo ató a sus hombres y a sí mismo al vientre de las ovejas de Polifemo. Cuando el cíclope llevó a las ovejas a pastar, palpó sus lomos para asegurarse de que los hombres no las montaban, pues al estar ciego no podía verlos. Pero no palpó sus vientres, así huyeron los hombres.
Cuando las ovejas (y los hombres) ya estaban fuera, Polifemo advirtió que los hombres ya no estaban en su cueva. Cuando se alejaban navegando, Odiseo gritó a Polifemo: «¡No te hirió nadie, sino Odiseo!»
Desafortunadamente, no sabía que Polifemo era hijo de Poseidón. Polifemo lanzó entonces una maldición sobre Odiseo, junto con una pesada roca que cayó tras el barco; debido a esto, Poseidón causó gran cantidad de problemas a Odiseo durante todo el resto de su viaje.

¿Esperas el futuro? ¿Cómo puedes esperar algo que no existe? Mientras lo esperas no lo creas, sólo fabricas ausencias; la tuya propia del instante presente.
Si entras en la cueva de las muchas palabras (de la mente con sus argumentos, del ruido mental que te aturde) éstas te devorarán. No es allí en donde está el alimento.
Sólo tú puedes quitarte tu paz: “Nadie te ha herido”.
En tu paz radica tu poder.

jueves, 4 de junio de 2015

Conocer es amar

Imagen: Ira Tsantekidou

Desde el plano físico-mental estamos en condiciones de amar sólo aquello que comprendemos.
Desde el plano espiritual-divino podemos amar, incluso, aquello que no comprendemos.
Por eso siempre insisto en que conocerse es amarse.
Es importante hacer el esfuerzo de comprender lo que nos rodea y lo que nos contiene.
En nuestra comprensión de nosotros mismos podremos ir comprendiendo a los "otros" y en ese comprenderlos nos iremos re-conociendo a nosotros también.

lunes, 1 de junio de 2015

Linternas de la Conciencia



Tendemos a desechar de nuestra vida a aquellos que revelan nuestra sombra, sin darnos cuenta que son linterna de nuestra conciencia. Esa luz potente refulge en sus ojos cuando nos miran y es por eso que nos cuesta mirarlos a los ojos. Sabemos que al hacerlo es a nosotros mismos a quien estamos mirando.
Todo aquello que no queramos ver se manifestará en nuestra vida de diferentes maneras hasta que seamos capaces de afrontarlo. El único modo de poder transformar algo que nos daña es re-conociéndolo, dándole su lugar.
No podemos quitar una máscara sin tocarla. Por eso la máscara (el personaje) insiste en tocarnos y, si no le prestamos atención, lo hará en donde más nos duele.
Ser maestro de sí mismo es descubrir al maestro en todos. Saber que no existe diferencia entre ellos y nosotros. Amarlos es amarnos.



Relaciones Conscientes.
GabrielaCollado.webs.com