Gabriela Collado

Terapeuta Holística. Maestra Espiritual. Coach en Relaciones. Terapia PNL. Transgeneracional. Biodescodificación. Risoterapia. Reiki Master. Terapia Metamórfica. Registros Akashicos. Tarot Evolutivo. Canalizaciones. Terapias y Talleres Vivenciales (Presenciales y On Line). Conferencista. Seminarios Motivacionales.

sábado, 10 de febrero de 2018

El límite lo pones tú

Torres del Paine, El Chaltén. Patagonia Argentina. Foto de Leonardo Collado


¿Cuán separado ha de estar uno de uno (del UNO) para que la vida le muestre carencias y faltas? No es algo que deba “hacer” si no algo que debe unir o reunir. La coherencia, volver a la Unidad, la síntesis.
En realidad, todas son apariencias, lo que nos falta en apariencia, porque está ahí pero mi falta de unidad me impide verlo o acceder a ello.
A veces es algo que así debe suceder, bien para que pueda verlo, bien para reparar o equilibrar otra cosa. Porque nada falta en ningún momento. El Reino del Padre está siempre al alcance de todos y todos habitan en el Reino del Padre, aún con sus cegueras y distorsiones.
Muchas veces vemos la vida como algo que hay que atacar o defender, algo que hay que conseguir o alcanzar. Es sumamente desgastante y agotador y, seguramente, el motivo de que nos hagamos viejos y muramos enfermos.
La vida es tiempo que acontece y será una cosa u otra depende desde donde decidamos observarla. Si me paro en el YO (EGO) entonces serán cosas que “me hacen” o “no me hacen”. Si consigo salir de mi personaje, entonces serán simplemente “cosas que suceden” y, desde ahí fuera, podré manejar mejor mi respuesta, pues desde dentro sólo será una reacción (al igual que lo es un síntoma o enfermedad).
Una gran montaña no es nada sin cada grano de arena que la compone. Son los pequeños pasos de cada día los que te conducen a la cima. El límite lo pones tú.

Gabriela Collado
Créditos imagen: Leonardo Collado. Torres del Paine en El Chaltén, Patagonia Argentina

martes, 23 de enero de 2018

Amor y pasión según Jorge Bucay



"El amor es la brasa que queda encendida después de la pasión".
"Atracción, amor (sentimiento) y confianza son las 3 patas de la mesa que hace estable a una relación".
Dice Jorge Bucay y también dice que quién no tiene un amor para toda la vida se queda en relaciones frugales. Sin embargo, creo que uno puede aprender a amar a otros y, importantísimo, amarse a sí mismo de ese modo para toda la vida, aunque no sean una pareja.
Creo que uno debe estar parejo con uno y que todos pueden ser nuestra pareja, de alguna manera; sin importar la forma, sin importar lo que dure. Una pareja es una oportunidad que me permite salirme de mí y amar y también me enseña a amarme.
Existen parejas duraderas por la hipoteca o el miedo, o la forma, también las hay por el amor.
Estoy convencida de que el amor es capaz de tomar todas las formas y todos los tiempos posibles. Porque el amor no juzga, solo ama. Y, es cierto, que el amor ama para siempre, más allá de la unión incluso, aún cuando la pareja ya no esté. Ahí se transforma en gratitud.

¡Feliz tarde amigos!

⚜️ Maga

lunes, 22 de enero de 2018

Siempre tienes otra oportunidad



Se nos olvida a menudo nuestra humanidad y vivimos aplastados por nuestras propias exigencias.
¿Por qué llamar error a una experiencia del camino que debía ser vivida? ¿Por qué todo debería ser sí o no, blanco o negro?
No debes castigarte por tu espontaneidad. Las autoexigencias nos impiden ser espontáneos. Dejamos de bailar con lo mejor de nosotros mismos cuando queremos calcularlo todo.
Vamos conociendo a las personas a través de nuestro intercambio personal con ellas y, al mismo tiempo, vamos conociéndonos a nosotros mismos. Si el otro, en algún momento, “te hace daño”, no puedes culparte a ti mismo por haber confiado. El error no está en confiar, ni en quien confía. ¡No hay error! Hay un conocimiento de cómo es el otro, de lo que me muestra y lo que importa es mi capacidad de cambio ante el “aparente cambio” del otro.
Me quedo un tiempo enfadado con la situación porque “debería” haber sido de otro modo. ¿Por qué? La situación forma parte del descubrir al otro como es o como elige mostrarse entre mí y de descubrirme a mí ante el espejo de ese otro. Fíjate que has aprendido de ti ante esa circunstancia y sigue adelante (con o sin el otro). Si aún hay algo que salvar de vuestro intercambio (o relación), pues quédate con aquello que puede rescatarse. Todos merecemos segundas oportunidades. Todos tenemos un momento de ceguera o un mal día. Siempre y cuando eso no te haga daño o te impida ser tú. Inclusive tú contigo mismo, frente a tí mismo, mereces otra oportunidad. ¡Tú debes darte las todas! Quizás esa relación con esa otra persona cambie, quizás se transforme en otra cosa o, incluso, se vuelva más profunda gracias a lo vivido o, simplemente, deba llegar hasta ahí y cada uno seguir su camino, pero con la gratitud por lo compartido y aprendido. Siempre el otro me da algo, a veces ese algo es la oportunidad de dar, de darme.
Cuando alguien hace o dice algo que no nos gusta “le hacemos la cruz”, queremos tacharlo de nuestra vida. Ahí es en donde nos volvemos rígidos. No es al otro al que no perdonamos, es a nosotros mismos por “equivocarnos” en nuestra mirada. De verdad te digo que no hay error, que, incluso, eso es el amor actuando y enseñándote algo que tú debías ver. A veces un sólo hecho o palabra que tú consideras “negativo” está nublándote la visión de todo lo “positivo” que te ha dado ese encuentro. Porque, cuando alguien hace o dice algo que no nos gusta, nos olvidamos de cuántas cosas buenas había hecho antes por nosotros. Así, del mismo modo, actuamos con nosotros mismos y nos volvemos rígidos y dejamos de ser espontáneos.
Está bien saber cuando algo ha de terminarse, cuando poner un limite, cuando la responsabilidad de lo sucedido ha sido mía y cuando del otro. Simplemente obedece a tu corazón, no a tu cabeza, orgullo o vergüenza. Date otra oportunidad de verte con ojos más compasivos, de ver al otro con más compasión. Nada es tan trágico como para emitir una sentencia tan dura, ni tan insignificante como para pasar desapercibido si se barre bajo la alfombra.
Halla tu propio equilibrio y aprende a bailar con gracia, pero por favor, ¡no dejes de bailar!

Gabriela Collado