Gabriela Collado

Terapeuta Holística. Maestra Espiritual. Coach en Relaciones. Terapia PNL. Transgeneracional. Biodescodificación. Risoterapia. Reiki Master. Terapia Metamórfica. Registros Akashicos. Tarot Evolutivo. Canalizaciones. Terapias y Talleres Vivenciales (Presenciales y On Line). Conferencista. Seminarios Motivacionales.

martes, 28 de septiembre de 2021

¿Obediencia o respeto?




Ser demasiado obediente impide crecer. La obediencia por sí sola, sin una sana confrontación, impide el discernimiento y con ello el desarrollo y la evolución del ser. Se acaba buscando un espacio de libertad que ocurre sólo en la mente o se recurre a la violencia o a la sumisión, de algún modo la acción hacia la propia libertad se atrofia ante el miedo a desobedecer, a salirse de las normas establecidas a dejar de pertenecer. Lo otro es la asertividad: autoafirmar los propios derechos sin manipular ni dejarse manipular.
No confundas respeto con obediencia. El primero ha de incluirte, es sumamente importante que te respetes, respetes tus límites y derechos, lo contrario te priva de tí mismo, te lleva obedecer normas, estructuras y creencias ajenas por sostener una paz que acaba saliendo demasiado cara, que castra tu esencia, tu ser.
Dice Richard Feynman:
"El problema no es que la gente carezca de educación. El problema es que las personas están lo suficientemente educadas para creer lo que se les ha enseñado, pero no están lo suficientemente educadas para cuestionar cómo ni qué se les ha enseñado."
"Demasiado cuerdos, demasiado rectos, demasiado muertos. Esa es la verdadera demencia. De-mente, sólo allí viven, en la mente."
Elohim

⚜ Gabriela Collado

jueves, 16 de septiembre de 2021

Un instante mágico




Mientras me reoriento y me restauro poco a poco, te invito a enfocarte conmigo en el presente del presente. Que no se nos escape eso que ya no tiene vuelta atrás y, aunque una parte de nosotros siga en el andén de las promesas futuras, todo lo que creemos esperar podemos hallarlo aquí y ahora, en los minúsculos gestos y detalles de nuestro mundo, donde todo nos está esperando.
Cruzamos el escenario de nuestra cotidianeidad como si estuvieramos solos, como si la vida fuera un camino progresivo hacia lo indolente, sin testigos de las diminutas faltas que escondemos. Y nos sentimos abandonados mientras negamos la intimidad compartida con cada rincón "archigrabado" en las retinas.
¿Has sentido la cadencia de tu propia voz, la vibración de soprano o de tenor que guarda tu precioso juego de cuerdas? Dime que has notado la suavidad con que la esponja cede a la forma perfecta de tu mano y cómo el pestillo de la ventana tiene el poder de concederte el aire o la libertad.
Cada cosa está esperándote de forma silenciosa y diligente; están ahí para ti con una familiaridad estremecedora y vasta.
Los pasos como guías del porvenir, las puertas que te invitan a atreverte y el pequeño móvil en tu mano como un hilo dorado de una red inmensa que te sostiene.
Bajale el volumen a tu soledad y observa cómo las cucharas olvidan su engreída distancia abrazándose unas a otras en el cajón.
Seguro que, finalmente, ya te diste cuenta lo bueno que hay en ti y, como hace el gato y cada criatura de este bendito mundo, sin un ápice de duda, te permites ser tú mismo.


Gabriela Collado

domingo, 12 de septiembre de 2021

¿A dónde te vas a llevar el amor que no des?




Voy a contarte una cosa que en el fondo ya sabes, estamos más unidos de lo que creemos y comprender eso nos devuelve al hogar ancestral del que venimos. Hemos venido a experimentar como sería que hubiera un afuera y, en ese juego, nos hemos perdido. Pero no fue un error en absoluto porque, ese perdernos, nos esta permitiendo reencontrarnos. El camino del Amor está cargado de sencillez, una simpleza honda que emociona. Porque en la partícula más elemental de la vida es en donde nos encontramos vos y yo, sin circunloquios ni posturas ni grandilocuencias. Cuando uno quiere decir y expresar verdaderamente amor se queda mudo, se mira a los ojos y no salen las palabras, porque no caben, pierden todo sentido. En la sencillez de la mirada, de la mano rozando otra mano, del crujido silencioso de la vida que crece, en una minúscula lágrima. Allí está lo grande. Y esta allí porque es precisamente el lugar en donde permitimos que se produzca el encuentro. Porque lo demás, lo artificial, los adornos sabihondos y santurrones son al final los que crean los abismos.
Gracias a esa mano y gracias a vos que me das vida a través de tu mirada. ¡Sí, vos que estás leyendo!


Gabriela Collado

miércoles, 8 de septiembre de 2021

El drama de la sufridora




No se puede medir todo de acuerdo al resultado. Si, sí, es algo que nos enseñaron en este mundo competitivo. Pero no. Es frustrante, tremendamente frustrante. No puedes decir que algo salió mal porque no salió como querías. Y (ESTO ES IMPORTANTE), sobre todo, no puedes pensar que "lo hiciste mal" porque el resultado no fue como esperabas. ¡No lo hiciste mal! Simplemente no era, no tenía que ser, no era el momento.
Aquí hay una lección súper importante de la vida: NO CONTROLAMOS NADA. ¡Suelta el control! Suelta el control de lo que no te corresponde, de lo que no manejas tu. Es demasiado pesado hacerse responsable a uno mismo sobre asuntos que no dependen de nosotros.
A veces, la gente hiperresponsable (me incluyo), se siente la causante de todos los males que la rodean (ojalá nos sucediera lo mismo con lo bueno). Y no, es too much! Generalmente, el exceso de responsabilidad proviene de personas muy autocastigadoras (o viceversa), perfeccionistas en extremo y, ¿qué es eso? ¿No es, acaso, el miedo a no llegar? Si todo el tiempo estoy exigiéndome la perfección en algo y, al mismo tiempo, me autocastigo cuando no la alcanzo (recuerda que te estás midiendo con un imposoble) ¿no será un autosabotaje porque creo que nunca seré capaz de lograr algo por mí misma?
Pensalo, yo te acompaño.

Gabriela Collado

sábado, 4 de septiembre de 2021

El hogar es el corazón




Lo importante es que recuerdes el hogar.
No importa cuantos viajes hagas a la luz o a la oscuridad, sino que sepas a dónde regresar cada vez. Ese es el gran viaje y cada pequeño viaje de experiencia.
Como la parábola del hijo pródigo, no hay castigo por alejarse del hogar sino felicidad por el regreso.
El hogar es el corazón, es el lugar de ti dónde te sientes en paz cuando te alejas de tu centro. No te castigues por ello, sé el padre benevolente que celebra el regreso.
Abrázate, te echabas de menos.


Gabriela Collado