Lo importante es que recuerdes el hogar.
No importa cuantos viajes hagas a la luz o a la oscuridad, sino que sepas a dónde regresar cada vez. Ese es el gran viaje y cada pequeño viaje de experiencia.
Como la parábola del hijo pródigo, no hay castigo por alejarse del hogar sino felicidad por el regreso.
El hogar es el corazón, es el lugar de ti dónde te sientes en paz cuando te alejas de tu centro. No te castigues por ello, sé el padre benevolente que celebra el regreso.
Abrázate, te echabas de menos.
Gabriela Collado
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