Gabriela Collado

Terapeuta Holística. Maestra Espiritual. Coach en Relaciones. Terapia PNL. Transgeneracional. Biodescodificación. Risoterapia. Reiki Master. Terapia Metamórfica. Registros Akashicos. Tarot Evolutivo. Canalizaciones. Terapias y Talleres Vivenciales (Presenciales y On Line). Conferencista. Seminarios Motivacionales.

domingo, 1 de diciembre de 2013

El alma de las cosas

Beyond appearances. Óleo de Fidel García

Las apariencias son cómodas. El “progreso” ha traído comodidades y esas comodidades no sólo han venido para quedarse entre nuestras cosas sino que se han ido metiendo en nuestra mente. Nos hemos vuelto mental y amorosamente cómodos. Poco a poco nos hemos ido olvidando cómo desentrañar el alma de las cosas y ahora ni siquiera lo consideramos elemental ni necesario. Nos quedamos en las formas y descartamos el contenido perdiéndonos con ello los tesoros más grandes.

Hoy en día alguien puede decirte las mentiras más grandes con una sonrisa y nos quedamos con la sonrisa, el amor parece que vale más si tiene una marca de moda que lo avale y el cerebro debe tener talla S.
Pero esto no sólo sucede en los ámbitos más superficiales, también se ha colado en aquellos espacios que se consideran más “profundos”. La enfermedad de la “titulitis”, del currículum, de la “cantidad” de libros publicados, conferencias, los hábitos o túnicas, etc. nos cierra los oídos (y el corazón) a escuchar otras voces (y otros corazones) con algo más de atención.

Nos enseñaron a leer, lo justito, lo “necesario”, pero no nos enseñaron a leer entre líneas, a leer el alma de las cosas con el alma, a ir siempre un poco más allá de la piel, más adentro. De la propia y de la ajena.
Le tenemos pánico a las profundidades, pero no nos cortamos ni un pelo a la hora de juzgar lo que “miramos” desde fuera.
Miramos pero no “vemos”, porque “¡no tenemos tiempo para eso!”, tenemos prisa por “demostrar” y “demostrarnos” cuánto sabemos y por eso triunfan los políticos y los embusteros de dulces palabras. 
Todos tenemos un alma, las cosas tienen alma, las situaciones tienen alma, el lenguaje tiene un alma que se expresa mucho más allá de las palabras.

Y ¿qué es el alma de las cosas? El alma de las cosas es su historia completa, sus debilidades y fortalezas, sus dolores y alegrías, su misión. Así que, aún proponiéndonos “ver” el alma y, aún así pretendiendo juzgarla, seríamos incapaces, porque no nos alcanzaría la vida para poder verla completa, porque siempre habrá algo que nos será velado, porque no somos quienes para poder decir de qué manera deberían ser o hacerse las cosas.

Nuestra labor más inmediata, y que seguramente nos lleve también toda esta vida, es conocer nuestra propia alma, sus deseos y necesidades, qué es aquello que la expande en amor y qué es lo que la aleja de sí misma. Sólo conociendo cada vez un poco más nuestra alma podremos comprender, no en sí el alma de los demás, sino su funcionamiento. Comprenderíamos que cada cual tiene sus “para qués” que no nos corresponde saber y mucho menos juzgar. Conociendo cada vez más nuestra propia alma, ella nos ayudaría a “ver” más allá de lo que ven los ojos. El alma tiene la cualidad de empatizar con las demás almas y no mide, porque sabe que no puede hacerlo, porque sabe que cuando nos adentramos en la hondura no hay límites y tampoco hay razones y es por eso que no puede exigírselo a los demás. Cuando nos adentramos en el alma aprendemos que aceptación no es resignación sino respeto por el camino del otro y por la dirección de las situaciones. Y también aprendemos algo imprescindible, aprendemos a alimentarla porque sabemos qué es lo que queremos, a cuidarla porque tenemos muy claro aquello que no queremos. Entonces no digo “yo soy así”, digo “me conozco” y conocer es amar.

Parafraseando a Un Curso de Milagros:
“Algunas de las modalidades más recientes del plan del ego son tan inútiles como las más antiguas, pues la forma en que se manifiestan es irrelevante y el contenido sigue siendo el mismo. Estás demasiado aferrado a la forma, y no al contenido. Lo que consideras el contenido no es el contenido en absoluto. Para el ego, si la forma es aceptable el contenido lo es también. Pero la forma no es suficiente para impartirle significado, y la falta de contenido subyacente impide la viabilidad de un sistema de pensamiento cohesivo. Cada vez que alguna forma de relación especial te tiente a buscar amor en ritos, recuerda que el amor no es forma sino contenido.”

Para poder llegar al alma del otro tengo que llegar antes, indefectiblemente, a la mía.
El amor es contenido y no forma, pero a menudo se nos olvida.


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