Gabriela Collado

Terapeuta Holística. Maestra Espiritual. Coach en Relaciones. Terapia PNL. Transgeneracional. Biodescodificación. Risoterapia. Reiki Master. Terapia Metamórfica. Registros Akashicos. Tarot Evolutivo. Canalizaciones. Terapias y Talleres Vivenciales (Presenciales y On Line). Conferencista. Seminarios Motivacionales.

lunes, 21 de octubre de 2013

Todos dormimos con todos


Dormir con alguien puede que sea una de la experiencias más anheladas por la gente, no sólo porque aumenta la intimidad con la persona con quien duermes sino porque, de alguna manera, refuerza un lazo con “otro” ser, como una hebra que engorda.
Más allá de excepciones y circunstancias –esas se las dejo a quien tenga ganas de llamar un poquito la atención- existe una entrega de uno hacia el otro en ese acto de dormir. No importa si antes de cerrar los ojos han o no compartido otra cosa, no estoy centrándome en ese punto, sino sólo en el hecho de dormir, dormirse junto a alguien. Porque al darse a la posibilidad de descansar junto a otro uno le está entregando, de algún modo, su confianza. Es como entregarle tu inocencia. Todos nos volvemos como bebés cuando dormimos. Me refiero a esa fragilidad, esa especie de vulnerabilidad en la que nos deja el dormir.
Cuando dos personas hacen el amor por primera vez, se aman, se “descubren”, es una entrega de intimidad muy grande, pero si además de hacer el amor, duermen juntos la entrega es aún mayor y, de alguna manera, lleva implícita y asegurada la promesa de despertar juntos.
Y aún sin haber hecho el amor, sólo el dormir con alguien hace que, junto con el día amanezca también una especie de complicidad compartida.
Así que podríamos decir que, de alguna forma, dormir juntos nos une. Y entonces es como si uno se enamorara aún más de ese ser que se entregó en confianza a nuestro lado durante toda la noche ¿no?
Ahora bien, si todos estamos durmiendo juntos, compartiendo este sueño en la tierra, no puedo dejar de preguntarme ¿Dónde está esa complicidad? ¿Ese reconocernos en ese lazo? ¿Esa intimidad compartida? ¿Esa entrega de la y en la confianza del otro? ¿Dónde está ese enamorarse del “otro”?
Vamos a despertar juntos y vamos a darnos cuenta de que hemos estado durmiendo juntos, todos. Vamos a darnos cuenta de que nos hemos visto en sueños, que hemos compartido el mismo lecho. Porque vamos a recordar que no hay otro, que no hay fuera…
Estaría bueno que mientras seguimos jugando a este juego… nos recordemos esta imagen… Todos dormimos con todos… eso nos une aunque nada nos separe…


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