Gabriela Collado

Terapeuta Holística. Maestra Espiritual. Coach en Relaciones. Terapia PNL. Transgeneracional. Biodescodificación. Risoterapia. Reiki Master. Terapia Metamórfica. Registros Akashicos. Tarot Evolutivo. Canalizaciones. Terapias y Talleres Vivenciales (Presenciales y On Line). Conferencista. Seminarios Motivacionales.

jueves, 26 de diciembre de 2013

¿Qué debería sentir?


No me gusta que haya fechas señaladas que nos "obliguen" a ser felices y que, si no sabemos o podemos serlo en días como el de hoy nos sintamos miserables o en falta. No quiero la Navidad como una máscara más de anuncio publicitario. El espíritu es el que venimos compartiendo todos los días. Yo soy como esos días, no quiero ser sólo un día especial de fuegos artificiales, quiero ser un día cualquiera con el fuego que lo enciende y lo empuja. Hoy es Navidad y si no tienes ganas no estas obligado a ser feliz sólo porque es hoy. Yo te abrazo y me abrazo estés y esté como esté. Tal vez si unimos nuestras llamitas un gran fuego podrá calentarnos...

Creo que podríamos ver como una liberación darnos la libertad de sentir lo que sentimos más allá de lo que el "afuera" nos mande y ése es el camino que nos lleva al encuentro con nosotros mismos, así como somos. Las emociones son un termómetro que nos indica a dónde debemos mirar, somos nosotros quienes las juzgamos como buenas o malas, si le quitamos ese juicio veremos que sólo son lo que son, emociones, indicadores de algo a lo que atender.

El problema es que desde que nacemos nos venden recetas para ser felices y nosotros las compramos todas. Y un día te encuentras con un saco lleno de recetas y sin espacio para la felicidad. El propósito a partir de hoy debería ser: ¡Tirar todas las recetas por la borda!

No te quedes ahí lamentándote por tu pasado. Puedes transformar lo que desees, pero debes recordar que, en la autocompasión, nunca hallarás el camino.

Las preguntas son la llave. Sin preguntas no habrá respuestas. No compres respuestas hechas, crea tus propias preguntas. Conócete a ti mismo, repite el eco del oráculo de Delfos, y conocerás el Universo. Todo comienza y acaba en ti. No hay nada allí afuera porque ni siquiera hay afuera.

En la medida en que uno se atreve a sondear en sus profundidades, ascenderá en igual proporción hacia su luz y viceversa. 
Avanzarás en tus sombras y ellas te llevarán a la luz.
Buscarás la luz y ésta te descubrirá tus sombras.

miércoles, 25 de diciembre de 2013

La Navidad Celta y Romana

La rueda del año celta


El solsticio de invierno
La Navidad, tal y como la conocemos hoy en día, se basa en la tradición religiosa del nacimiento de Jesús, la visita de los reyes magos y los milagros hechos por Santa Claus (San Nicolás).
Sin embargo, las fiestas navideñas sólo se empezaron a celebrar a partir de la Edad Media, y fueron los papas de aquella época quienes fijaron la fecha en el 25 de diciembre, precisamente para que los fieles prestasen menos atención a las fiestas paganas del solsticio de invierno y más a las celebraciones religiosas. Incluso el típico árbol de navidad tiene un origen celta.

Cosas que ocurren durante el solsticio de invierno
El solsticio de invierno es el día más corto del año. Esto es así porque se trata del momento en que la tierra está más inclinada con respecto al sol, y por ello recibe menos luz.
Este momento era considerado por muchas culturas como inicio del año, y ese es el motivo de las celebraciones.

La tradición celta
En la cultura celta, la festividad del solsticio de invierno recibía el nombre de Yule. El Yule designa el momento en que la rueda del año está en su momento más bajo, preparada para subir de nuevo.
En Escandinavia existía la tradición de celebrar el Yule con bailes y fiestas. También se sacrificaba un cerdo en honor de Frey, dios del amor y la fertilidad, que según la creencia controlaba el tiempo y la lluvia.
Durante la festividad de Yule era tradicional quemar el tronco de Yule, un largo tronco de árbol que iba ardiendo lentamente durante toda la temporada de celebraciones, en honor del nacimiento del nuevo sol. De esa tradición proceden los pasteles en forma de tronco (troncos de chocolate) que hoy en día se comen en Navidades.

El culto a los árboles
Los antiguos celtas creían que el árbol representaba un poder, y que ese poder protegía y ayudaba al árbol. Los bosques sagrados servían como templo a los germanos.
Para los galos, la encina era un árbol sagrado sobre el que los druidas, sacerdotes celtas guardianes de las tradiciones, recogían el muérdago siguiendo un rito sagrado.
Esta tradición, heredada a través de los siglos, sirvió de inspiración para el actual árbol de Navidad.



La antigua Roma
En la antigua Roma, en diciembre se celebraba la Saturnalia, en honor al reinado del dios Saturno sobre Roma en la Edad de Oro. En esa edad, la tierra en Roma producía abundantemente y no había guerras ni discordia.
Durante la Saturnalia se celebraban fiestas durante una semana entera, con comilonas y abundante bebida. A lo largo de esa semana se invertía el orden social: los amos servían a los esclavos, los esclavos se convertían en amos y desempeñaban altos cargos del estado.
Era tradicional intercambiarse regalos hechos en plata, aunque casi cualquier cosa podía servir de regalo para la ocasión.
La fiesta también era una celebración del fin de las tinieblas y el comienzo de un nuevo año. Aquí puedes ver un fragmento de las palabras que la sacerdotisa pronunciaba para el rito de la Saturnalia:
"Esta es la noche del solsticio, la noche más larga del año. Ahora las tinieblas triunfan y aún así todavía queda un poco de luz. La respiración de la naturaleza está suspendida, todo espera, todo duerme. El Rey Oscuro vive en cada pequeña luz. Nosotros esperamos al alba cuando la Gran Madre dará nuevamente a luz al sol, con la promesa de una nueva primavera. Así es el movimiento eterno, donde el tiempo nunca se detiene, en un círculo que lo envuelve todo. Giramos la rueda para sujetar la luz. Llamamos al sol del vientre de la noche. Así sea."
Finalmente, a lo largo de la Edad Media, esa fiesta se fue alargando en el tiempo hasta convertirse en lo que hoy en día conocemos como Carnavales.




jueves, 12 de diciembre de 2013

E-motion



Uno aprende que una emoción es un impulso, ahora bien, de lo que se trata es de reconocer ese impulso justo en el instante en que surge y, depende de su dirección, quiero decir, depende de si la función de seguirlo sea crear valor o todo lo contrario, entonces decides si detenerlo o dejarlo ser.

Detrás de ese impulso está la emoción que lo genera, puedes entonces observar esa emoción, porque habla de ti, de tu historia y de lo que llevas dentro, te indica a donde debes mirar, que siempre es en algún lugar dentro de ti, no fuera (por que no hay nada allí fuera todo lo que ves habla de ti). Te ayudará a develar algún secreto, te ayudará a conocerte, y así, te acrecentará la empatía hacia quienes te rodean. 

Por eso digo que sin pasión no hay compasión y sin pasión no hay creación ni transformación. Sin ese impulso no habría movimiento, recuerda que e-motion viene
 del latín emotĭo, que significa "movimiento o impulso", "aquello que te mueve hacia".


miércoles, 11 de diciembre de 2013

Cásate contigo



Tengo que cambiar esto o aquello, tengo que mejorar, tengo que quitarme esto otro porque está mal, tengo que..., tengo que..., tengo que... Y así una lista interminable! Pero el "tengo que aceptarme tal y como soy y amarme con todo cuanto tengo" esa no entra en la lista, no?

¿En qué molde queremos entrar? ¿Quién lo mide? ¿Quién pone los parámetros? ¿Con quién te comparas? y... ¡¿Para qué?!

Al final todo es porque desde pequeños alguien nos dijo: esto no, aquello está mal, eso caca, nena mala, mala, mala que no la van a querer si no es así o asá... ¿Te suena?
Probablemente alguien que sentía que "debía hacer algo para educarte o luego se sentiría culpable" o "alguien que necesitaba sentirse importante o superior" o...

¿Y si uno sólo pudiera medirse con uno mismo? Está claro que no estoy hablando de no cambiar, por ejemplo, pautas destructivas y autodestructivas; de lo que estoy hablando es de una necesidad urgente de que nos aceptemos como somos, que dejemos de juzgar esto es bueno, aquello es malo. Lo hacemos constantemente y luego meditamos para hallar la paz mental. Es inútil, como las dietas, cuando salgas de ahí volverás a comerte los juicios.

¿Tanto nos cuesta aceptarnos? ¿Por qué crees que será? Yo creo que porque para aceptar algo hay que conocerlo antes y si no dejamos de mirar afuera conoceremos al dedillo la vida ajena pero no sabremos quienes somos y por eso no podremos dejar de comparar y comparar y comparar.... ¿Ves que es una droga destructiva? Pena que aún no la califiquen dentro del grupo drogas peligrosas, y seguramente la que más.

Entonces esperamos que llegue alguien y nos ame y cuando llega ya estamos tranquilos, alguien nos ama, nos acepta como somos, ¡por fin! ya puedo dormir tranquila, ya puedo estar tranquilo... pero ¿cuánto dura?
"¿Acepta como esposa a fulano de tal?" ¿Y tú? ¿Te aceptas como esposa a ti misma? ¿Y fulano de tal? ¿Se acepta como esposo a sí mismo?

Te propongo una luna de miel contigo misma, contigo mismo, ineludible, urgente... ¡Vámonos de viaje de bodas con todo lo nuestro! ¡Cásate contigo! ¡Enamórate de ti! ¡Hazte el amor! Encontrarás mil razones para hacerlo, ¡te lo aseguro!


domingo, 1 de diciembre de 2013

El alma de las cosas

Beyond appearances. Óleo de Fidel García

Las apariencias son cómodas. El “progreso” ha traído comodidades y esas comodidades no sólo han venido para quedarse entre nuestras cosas sino que se han ido metiendo en nuestra mente. Nos hemos vuelto mental y amorosamente cómodos. Poco a poco nos hemos ido olvidando cómo desentrañar el alma de las cosas y ahora ni siquiera lo consideramos elemental ni necesario. Nos quedamos en las formas y descartamos el contenido perdiéndonos con ello los tesoros más grandes.

Hoy en día alguien puede decirte las mentiras más grandes con una sonrisa y nos quedamos con la sonrisa, el amor parece que vale más si tiene una marca de moda que lo avale y el cerebro debe tener talla S.
Pero esto no sólo sucede en los ámbitos más superficiales, también se ha colado en aquellos espacios que se consideran más “profundos”. La enfermedad de la “titulitis”, del currículum, de la “cantidad” de libros publicados, conferencias, los hábitos o túnicas, etc. nos cierra los oídos (y el corazón) a escuchar otras voces (y otros corazones) con algo más de atención.

Nos enseñaron a leer, lo justito, lo “necesario”, pero no nos enseñaron a leer entre líneas, a leer el alma de las cosas con el alma, a ir siempre un poco más allá de la piel, más adentro. De la propia y de la ajena.
Le tenemos pánico a las profundidades, pero no nos cortamos ni un pelo a la hora de juzgar lo que “miramos” desde fuera.
Miramos pero no “vemos”, porque “¡no tenemos tiempo para eso!”, tenemos prisa por “demostrar” y “demostrarnos” cuánto sabemos y por eso triunfan los políticos y los embusteros de dulces palabras. 
Todos tenemos un alma, las cosas tienen alma, las situaciones tienen alma, el lenguaje tiene un alma que se expresa mucho más allá de las palabras.

Y ¿qué es el alma de las cosas? El alma de las cosas es su historia completa, sus debilidades y fortalezas, sus dolores y alegrías, su misión. Así que, aún proponiéndonos “ver” el alma y, aún así pretendiendo juzgarla, seríamos incapaces, porque no nos alcanzaría la vida para poder verla completa, porque siempre habrá algo que nos será velado, porque no somos quienes para poder decir de qué manera deberían ser o hacerse las cosas.

Nuestra labor más inmediata, y que seguramente nos lleve también toda esta vida, es conocer nuestra propia alma, sus deseos y necesidades, qué es aquello que la expande en amor y qué es lo que la aleja de sí misma. Sólo conociendo cada vez un poco más nuestra alma podremos comprender, no en sí el alma de los demás, sino su funcionamiento. Comprenderíamos que cada cual tiene sus “para qués” que no nos corresponde saber y mucho menos juzgar. Conociendo cada vez más nuestra propia alma, ella nos ayudaría a “ver” más allá de lo que ven los ojos. El alma tiene la cualidad de empatizar con las demás almas y no mide, porque sabe que no puede hacerlo, porque sabe que cuando nos adentramos en la hondura no hay límites y tampoco hay razones y es por eso que no puede exigírselo a los demás. Cuando nos adentramos en el alma aprendemos que aceptación no es resignación sino respeto por el camino del otro y por la dirección de las situaciones. Y también aprendemos algo imprescindible, aprendemos a alimentarla porque sabemos qué es lo que queremos, a cuidarla porque tenemos muy claro aquello que no queremos. Entonces no digo “yo soy así”, digo “me conozco” y conocer es amar.

Parafraseando a Un Curso de Milagros:
“Algunas de las modalidades más recientes del plan del ego son tan inútiles como las más antiguas, pues la forma en que se manifiestan es irrelevante y el contenido sigue siendo el mismo. Estás demasiado aferrado a la forma, y no al contenido. Lo que consideras el contenido no es el contenido en absoluto. Para el ego, si la forma es aceptable el contenido lo es también. Pero la forma no es suficiente para impartirle significado, y la falta de contenido subyacente impide la viabilidad de un sistema de pensamiento cohesivo. Cada vez que alguna forma de relación especial te tiente a buscar amor en ritos, recuerda que el amor no es forma sino contenido.”

Para poder llegar al alma del otro tengo que llegar antes, indefectiblemente, a la mía.
El amor es contenido y no forma, pero a menudo se nos olvida.