Gabriela Collado

Terapeuta Holística. Maestra Espiritual. Coach en Relaciones. Terapia PNL. Transgeneracional. Biodescodificación. Risoterapia. Reiki Master. Terapia Metamórfica. Registros Akashicos. Tarot Evolutivo. Canalizaciones. Terapias y Talleres Vivenciales (Presenciales y On Line). Conferencista. Seminarios Motivacionales.

sábado, 26 de marzo de 2016

Cuando mi amiga se fue...

 
Hay quien necesita cerrar sus historias insultando o culpando al otro, proyectando sobre el otro su frustración, su falta de aceptación. Lo sé porque también estuve de ese lado hasta que comprendí que eso sólo podía hacerme daño a mi misma.
Cuando mi amiga dejó de hablarme sin motivo “aparente” no pensé que fuera por algo en contra mío, pensé que, probablemente, necesitaba tiempo para resolver ciertos aspectos de su vida, para poner sus cosas en claro.
Es verdad que mi primera reacción fue el enfado y que por un momento me erigí sobre mi derecho a saber qué sucedía; pero luego recordé su derecho; su derecho al silencio, su derecho a elegir en dónde estar y con quién.
Por eso no rompí su decisión, no la usé para insultarla, ni procuré hacer que sufriera por el abandono o el desprecio que me había ocasionado.
Tampoco usé la situación para pegarme (culparme) a mí misma. Estuve muy tentada pero me duró poco hasta que me dije a mí misma “¿Vas a pegarte tú por cómo es la gente? ¿Vas a pegarte con el mismo palo que ellos usan para pegarte? ¿Quién eres? ¿Acaso eres lo que los demás dicen que eres?”
Porque mi amiga no me abandonó ni me despreció, simplemente tomó sus decisiones.
Quizás me cueste comprenderla aunque eso no quita que la eche de menos.
Si yo ncesito cerrar nuestra historia, soy “yo” quién lo necesita, no puedo obligarla ni acosarla para que me de la respuesta y las explicaciones que sólo “yo” necesito.
Tal vez, si miro hacia atrás en nuestra historia compartida, halle las respuestas; tal vez ya me lo había dicho y no supe escucharla o tal vez, simplemente no pudo, no supo o no quiso hacerlo.
Como en la historia del alacrán, si siento que me ha picado y me ha dolido, la próxima vez tomaré mis recaudos. Pero tengo que saber que, si mi amiga regresa, inclusive bajo otro rostro, no se trata de que yo me cierre a compartir ni de que yo deje de ser quien soy (siempre y cuando ese quien soy no le haga daño al otro).
Tal vez el ideal sería tener una actitud clara. A veces intentamos ser amables en lugar de ser claros porque pensamos que eso puede herir al otro, entonces omitimos poner los límites saludables.
También puede suceder que seamos muy claros y el otro escuche lo que desee escuchar.
En cualquier caso, ni el insulto, ni la ofensa, ni culpar al otro son salidas válidas para mi vida.
Dijo San Agustín: “Ama y haz lo que quieras. Si callas, callarás con amor; si gritas, gritarás con amor; si corriges, corregirás con amor; si perdonas, perdonarás con amor. Si tienes el amor arraigado en ti, ninguna otra cosa sino amor serán tus frutos".
He sido insultada, culpada, ignorada, amenzada y criticada; también he tomado distancia en relaciones que después han vuelto fortalecidas. A otras les he dicho adiós para siempre por comprender que eso no era lo que yo deseaba para mi vida.
Pero está claro que de todas ellas yo sólo me quedo con aquello que decido hacer mío. Así que, en lugar de quedarme con el insulto, la culpa, la crítica, la amenaza o el ninguneo, elijo la fortaleza que todo ello me ha dado para seguir adelante, para aceptar que hay cosas que no puedo cambiar, para aprender que hay otras que sí y tener el coraje de hacerlo (pero siempre en mí misma).
Si hoy te molesta mi actitud fíjate que hay en ti de aquello que en mi rechazas, yo haré lo mismo con la tuya y ése será el regalo de nuestro encuentro.
Que te respete y comprenda no significa que deba permanecer a tu lado si el modo que has elegido para vivir a mí me hace daño.
Eso es amarme y, si no empiezo por ahí, no seré capaz de amarte.
Eres libre de quedarte o de marcharte pero, si permaneces en la puerta para pegarme, esa puerta será cerrada y habrás de quedarte frente a frente con tu espejo. Así que no pegues tan fuerte porque puede dolerte mucho.
Si decides amarte y conocerte a mi lado, serás bienvenido.
Tú eliges siempre, no olvides que yo también.

Gabriela Collado
 

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