Nadie va a castigarte por tus pensamientos, sólo tú.
Lo único que puedes hacer es perdonarte, el perdón es soltar el pensamiento que te daña, cambiar el lugar en el que tú mismo te has puesto y volver a elegir desde dónde quieres observarte.
He ahí tu infierno o tu cielo.
Eres Hijo del Cielo, eres Hijo de la Luz.
¡Brilla! No existe otro modo de disipar las tinieblas.
El brillo es Amor.