Gabriela Collado

Terapeuta Holística. Maestra Espiritual. Coach en Relaciones. Terapia PNL. Transgeneracional. Biodescodificación. Risoterapia. Reiki Master. Terapia Metamórfica. Registros Akashicos. Tarot Evolutivo. Canalizaciones. Terapias y Talleres Vivenciales (Presenciales y On Line). Conferencista. Seminarios Motivacionales.
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viernes, 3 de noviembre de 2017

Lo que teme una mujer



El otro día escuché en la serie La Caza (Netflix) un diálogo que decía más o menos así:
"Lo que más teme un hombre de una mujer es que se ría de él. En cambio, lo que más teme una mujer de un hombre es que la mate."
Aunque no es nuevo me impactó porque ofrece una imagen muy certera de lo diferente que es caminar por la vida, en esta sociedad, como hombre o como mujer.
La mayoría de las mujeres no saben lo que es no tener miedo y la mayoría de los hombres no saben lo que es tenerlo, a caminar sin prejuicios, a moverse con libertad, a expresarse como son.
Hay mujeres valientes, muchas y hombres con miedo, un montón. Sólo voy a lo más simple, el modo de andar por la vida que, sólo por nacer de uno u otro sexo, se hace diferente. No es igual educar a un hijo que a una hija. No sé mira igual en las profesiones, en las instituciones, a un hombre que a una mujer. Sabemos que no hay igualdad, sin embargo hoy he querido centrarme en algo más simple pero, tal vez, más profundo, algo como caminar por la calle a cualquier hora, algo como vestir como nos da la gana o amar y relacionarnos como queramos. No solemos pararnos a mirar esto, incluídas las mujeres ya lo "acatamos" como norma y eso también da mucho miedo; lo establecido, lo que no se mira ni se cuestiona, la desigualdad instalada en la conciencia de todos, la que hay que romper aunque te llamen bruja y aunque te "mueras" de miedo, literalmente para muchas, en muchas épocas.

¡Buenos días seres y humanos!

⚜️ Maga

sábado, 17 de junio de 2017

Yo Soy Fuerte

 
 
Estás ahí sentado, llenándote de queja, pidiéndole a tu Dios que te envíe más de aquello que repites tanto, para que puedas seguir identificándote con eso. No oyes la voz que clama por tu reino. Hasta donde seas capaz de ver, será tu reino.
¿Qué sucedería si, en medio de esa angustia, en medio de toda esa rabia, te pones de pie y proclamas “YO SOY FUERTE”, quizás te preguntarías ¿qué hago aquí llorando?, aquello por lo que lloro ya ha pasado, ya no está aquí, o más aún, todavía no ha sucedido, por lo tanto no está aquí.
“YO SOY FUERTE”, repítelo para ti, en voz alta, en tu mente, alzando la barbilla y la mirada y con una ligera sonrisa en tus labios.
“YO SOY FUERTE”.
Una cosa es estar triste o enfadado y otra es mudarse vivir allí y entonces, ese será tu reino, todo cuánto alcanzas a ver.
Puedes sonreír, a pesar de ti mismo, a pesar de tu creencia de que debes estar triste 0 disgustado. A veces no es más que eso, una creencia. Si alguien muere, debo llorar; si alguien me insulta, debo enfadarme. Puedes llorar o enfadarte, no es ese el punto, si no si es lo que realmente tú sientes o es lo que crees que debes sentir. En cualquiera de los casos: “YO SOY FUERTE”, “YO PUEDO”.
Genesis 13:15 “Pues toda la tierra que ves te la daré a ti y a tu descendencia para siempre”.
Lo que ves es tuyo, porque es lo que eres dentro de ti y, no es tanto lo que ves, sino cómo has decidido verlo y eso es lo que enseñarás y transmitirás a tu descendencia, y eso es lo que heredaste de los tuyos.
Existe una diferencia entre reclamar y proclamar. Salte del reclamo y proclama: “YO SOY FUERTE”, “YO SOY EL QUE VE MAS ALLA DE LO QUE EN APARIENCIA CREE”, “YO SOY EL CREADOR DE MI PROPIA REALIDAD, A CADA INSTANTE Y DESDE AHORA Y PARA SIEMPRE”.

viernes, 8 de mayo de 2015

Veinte siglos igual



Vivimos en una cultura que ensalza a los mediocres y ridiculiza a los grandiosos. Llama grandioso al pobre de espíritu y teme a los seres libres. Es la misma sociedad que asesinó al Cristo. Es la misma que sigue asesinando a los que portan la linterna de la verdad. No interesa la verdad. Mirarse al espejo y descubrir qué miserias habitan en la propia casa. Mirarse al espejo con el riesgo de empezar a ver un pequeño destello, un tímido brillo de una luz propia que asusta y mucho porque pide ser liberada y obliga a asumir la responsabilidad sobre sí mismo.
Puede que la luz sea asesinada, pero lo otro se automutila y fabrica enfermedades constantemente. La agonía es mayor.
Existe un único infierno y está en el propio espejo.
Existe un único cielo y está en el mismo lugar.

sábado, 22 de noviembre de 2014

Competir vs compartir (Te doy, me doy)


Competir y compartir son opuestos.
Competir nos empobrece, compartir nos enriquece.
Vivimos en un mundo educado para la competencia constante y feroz que nos lleva a sentirnos cada vez más inseguros de nosotros mismos, nos lleva a tener que demostrar nuestra valía para ganarle al otro, para ganar sobre el otro. Vivimos comparando y comparándonos sin cuestionarnos la veracidad de la regla con la que medimos y somos medidos.
Todo eso no nos lleva más que a limitar nuestras infinitas posibilidades, no sólo como individuos dino como sociedad y, finalmente, como humanidad.
La competencia se asienta sobre el miedo, el compartir se asienta sobre el amor. ¡Así de grande es la diferencia!
Cuando le ganamos a otro, en realidad, no ganamos nada, sino que perdemos la posibilidad de enriquecernos, de expandir nuestro conocimiento y que el otro, a su vez, expanda el suyo, de trabajar y cooperar conjuntamente por un objetivo común que nos beneficiaria a todos y no sólo a uno. De hecho si es sólo uno quién se beneficia, no se beneficia nadie, ni siquiera ese uno, que se queda aislado con su ilusión de "ganancia".
Pasamos a vivir a la defensiva para que nadie nos quite eso que creemos ganado, encerrándonos cada vez más, confiando cada vez menos en el otro.
Compañero viene de compartir, lo demás es simple depredación. Así creamos el mundo en el que vivimos. Así nos hacemos responsables de cuanto vemos y padecemos.
Les enseñamos a nuestros hijos la competencia entre su grupo, necesitamos distinguirnos del resto y lo hacemos también a través de ellos perpetuando esta devastación atroz en la que estamos inmersos. Familia, hermanos, amigos, compañeros son palabras que pierden su sentido verdadero dentro de esta carrera absurda.
Nos hemos convertido en productos de marketing, nos vendemos, nos compramos, nos medimos. Somos máquinas de una enorme empresa insaciable y dejamos de lado nuestra humanidad.
Nos alejamos así de nosotros mismos, nos alejamos del amor en el que anhelamos vivir, nos encerramos en una trampa de miedo y pobreza y acabamos compitiendo, incluso, con nosotros mismos.
En todas las áreas nos manejamos igual, llevamos esa misma distorsión a todo cuanto manejamos, da igual, lo hacemos en el trabajo pero también en la pareja y en la religión.
El miedo nos empobrece y eso sólo puede llevarnos a una clara autodestrucción, como individuos y como humanidad.
Mi religión es mejor que la tuya, esta es la verdad, yo tengo razón, lo hago mejor... Todo lo hemos creado para competir, los equipos de fútbol, las marcas, los partidos políticos. Vivimos colgándonos etiquetas. Somos spónsores de otros menos de nosotros mismos. ¿Estás conforme con eso? No, no lo estás, porque esa necesidad de autoafirmarte en tus creencias (que a veces ni siquiera son tuyas), en tus posesiones, está cantando a gritos tu falta de seguridad en ti mismo porque no te has tomado el trabajo de conocerte, saber quién eres tu en verdad y no lo que te han dicho que eras o debías ser, darte la oportunidad de enamorarte de ti, no en un gesto de autocomplacencia egótica, no para distinguirte, si no para comprender mejor al otro ser humano con el que convives y compartes, para desarrollar la empatía, para compartir el amor que en realidad ya eres sin necesidad de poseer a nada ni a nadie, para derramar sobre el mundo los dones particulares que has venido a ofrecerle y con ello a ofrecerte a ti mismo a través de los demás.
El valor de cada ser no es medible en absoluto. Todos son exactamente igual de valiosos, cada uno en su particular aporte al gran conjunto.
Si sientes la necesidad de compararte con el ladrón o el asesino, busca al ladrón y al asesino dentro de ti, si no lo tuvieras no necesitarías distinguirte.
¿Cómo sería el mundo para nosotros si les enseñáramos a nuestras generaciones futuras, con la palabra y la acción, el valor de compartir?
Simplemente reflexionemos, en el fondo todos sabemos la respuesta.
¿Tenemos el coraje de vivir en el amor?
Para vivir en el amor debemos aprender a amar a la persona más importante del mundo para nosotros, nosotros mismos. Pero sin confundir Amor con soberbia, exigencia y distinción.
Las aves de rapiña lo hacen para buscar alimento, nosotros porque no sabemos jugar de otra manera.
Todavía estamos a tiempo.




Te invito a visitar mi web http://gabrielacollado.webs.com
¡Gracias por bendecir mi vida con tu lectura!


jueves, 20 de noviembre de 2014

Y todo va saliendo a la luz



Mi frase de cabecera últimamente es... "Y todo va saliendo a la luz". 
Se caen las máscaras, inclusive entre las personas cercanas en las que habíamos confiado y, de repente, te enseñan su cara menos amable y del modo más triste. Pero es, sin duda, parte del proceso que estamos viviendo y vale agradecer poder saber quién es quién en este juego que decidimos jugar juntos.
Tanto a nivel colectivo como personal comienza a imperar la honestidad. Brutal, sí, en muchos casos, pero necesaria, clarificadora, maestra absoluta. 
Agradecida estoy de que con el amor suceda lo mismo y poder ver en la transparencia de muchos ojos la incondicionalidad que brota de su corazón. 
Son tiempos en los que no podemos ocultar más lo que somos, ni aún queriendo. Nos tropezamos con la luz en cada esquina y eso es algo por lo que debemos celebrar.
La coherencia me dice que es una buena oportunidad para practicar la compasión, para no dejar de brillar, para reconocer que cada gesto de maldad es una herida en quien la profesa que nos da la oportunidad de manifestar ese amor que decimos ser. 
No existe el camino fácil hacia el amanecer de la conciencia, pero tampoco tenemos porque llamarlo difícil si comprendemos que es alimento para empoderarnos, para expandir nuestra propia conciencia aún más, para comprender de una vez por todas que el amor que buscabas fuera siempre ha estado dentro, para reflexionar sobre las propias sombras, para elegir a quién deseas alimentar, quién eliges ser a cada instante. 
Uno no se ilumina ensombreciendo al prójimo. Recuerda que lo que das, te das. Sólo hay un camino, si eliges recorrerlo.






martes, 4 de noviembre de 2014

Muertos entre los vivos


El problema con la religión, las prácticas espirituales o ciertos abordajes terapéuticos no es ni la religión, ni las prácticas espirituales, ni la terapia en sí, si no cómo son abordadas.
La mayoría de la gente que se acerca a cualquiera de ellas no está buscando un trabajo arduo y personal para descubrir sus propio poder y divinidad, que es para lo que sirven dichas prácticas, si no que busca un paliativo, una palmada, un abrazo, una pastillita mágica. Suele suceder en una consulta o en un taller o en una práctica espiritual que, cuando se propone un trabajo más profundo, muchos dejen de asistir: quienes no están dispuestos a enfrentarse cara a cara con sus profundidades, con quienes son realmente.
Son muy pocos quienes se aventuran a las propias profundidades y a aplicar dichos conceptos a la propia vida.
Es necesario romper las propias estructuras, dudar de sí mismo, desafiarse, estar dispuesto a encontrarse con las propias miserias, la propia mierda, el propio odio, la propia hambre; tocarlas con las propias manos, reconocerlas propias, transformarlas, reconociendo también lo divino que me pertenece porque es de lo que estoy hecha.
Por eso triunfa el sistema, por eso triunfan las farmacéuticas y la medicina halopática. Un triunfo entrecomillado, obviamente, de poner parches, de pastillita mágica que sólo es mágica para el sistema que desea que sigas dependiendo de él y no de ti mismo, que no te reconozcas. No le importan tus protestas, mejor que protestes porque mientras lo haces no despiertas a quien eres. Mejor que te drogues, con lo que sea, deshechos químicos, medicina (¡que es lo mismo en muchos casos, no seas ilus@!), televisión, fútbol, internet, alcohol, ropa.... E incluso puedes drogarte hablando de espiritualidad o subiéndote a un púlpito o acudiendo a ceremonias y conferencias, llenándote la boca con ella pero sin aplicar un ápice de aquello a ti mism@. Es decir, hacer de la herramienta de conciencia una herramienta más de dogma e ilusión.
Son pocos los que afrontan con honesta y honda sinceridad y seriedad el desafío de mirarse a sí mismos y dejar de doparse con el sueño. Y esos pocos tienen su recompensa y no es nada que el sistema tenga para ofrecerles. Se descubren creadores de la propia vida, inmortales, poderosos, sabios, humildes, eternos. Se descubren vivos.
Porque el sistema en el que vivimos es la tumba. No conseguirás salir de ella si no estás dispuest@ a quitarte de encima las capas de tierra, todo aquello que no eres, ego, traje para jugar el juego. Tienes pánico de quitarte la máscara, lo sé, todos lo tienen pero pocos lo enfrentan.
Sólo tienes que saber una cosa, que decidas en donde decidas estar eres tu quien está eligiendo y nadie más.
La naturaleza nos acerca en estas fechas al encuentro con el más allá en el día de los muertos. Se celebra la muerte que no es más que la vida. Es buena época para reflexionar de qué lado quieres estar, si de los vivos o de los muertos.
Mejor bailar con ambas, pero para eso hay que conocerlas.
El truco está en tomar conciencia de lo que en verdad somos, el trato es seguir adecuándote al sistema y su programa.
Recuerda: tú eliges siempre. ¿Truco o Trato?


 

jueves, 14 de agosto de 2014

Yo creo palabra


Das vida a las cosas cada vez que las nombras por eso Dios posee mil nombres, tantos como criaturas, creadores y creaciones. Dios es también lo que no se nombra, potencialidad pura.
Lo primero es el verbo, el logos que origina el juego, la masa cuántica. 
La masa crítica es en donde convergen todas las causas necesarias para que se produzca un efecto. 
El sonido produce una vibración capaz de dar forma a la masa.
La varita mágica es la palabra, tú puedes hacer y deshacer con ella. Le imprimes una carga vibratoria que es capaz de generar cosas o desviar su curso. Una varita mágica que debe estar alineada con el corazón, la mente y el Origen o la Fuente y funciona a través de la voz.  
Cuando una conciencia elevada te nombra interviene en la causa de tu creación. Transmite así la información directa a todo ser activando la causa dormida a la espera de ser llamada. Es un proceso en el cual no interviene la mente, es más profundo aún. Lo invisible se hace entonces visible cuando inviertes el proceso y la mente es la última que interviene antes de hacerse palabra. Abracadabra creo mi realidad tal y como hablo. 

Gabriela Collado
"Cartas del Cielo" Elohim

http://gabrielacollado.webs.com