Hace ya bastante tiempo que tomé la decisión de dejar de dar
explicaciones y, seguramente, fue el mismo día en el que decidí que tampoco
necesitaba pedirlas.
Es sencillo, necesitas explicaciones cuando no aceptas al
otro como es, cuando te sientes ofendido u ofendida por su modo de
actuar.
Si el otro te ofrece una explicación y ésta no cuadra con
tus expectativas, esas explicaciones no te sirven porque no son lo que deseas
escuchar.
Quien ha aprendido a no tomarse las actitudes ajenas de
manera personal, porque está en paz consigo mismo o porque comprende que cada
uno tiene sus motivos para actuar como actúa y su libertad para ser como elija
ser, esa persona no necesita explicaciones. Explicaciones necesita quien
necesita explicarse a sí mismo por qué los otros son como son con respecto a él
o a ella, porque se siente en falta, porque tiene miedo de no ser querido
puesto que ha olvidado cómo era amarse a sí mismo. Es el ego sintiéndose
demasiado importante el que necesita explicaciones, explicaciones que nunca
acabarán de llenarlo. Explicaciones de explicaciones, de explicaciones…
Y seguramente parezca que estoy dando explicaciones sobre
por qué no doy explicaciones. Tal vez hoy necesite darlas. Tal vez hoy necesite
dármelas a mí misma. Porque, en definitiva, todo es siempre con uno mismo.
Cuando uno ama, se ama, cuando uno da, se da, cuando uno se cabrea con otro,
está cabreándose consigo mismo. Nada hay allí fuera, nada que deba ser
explicado o necesite explicarse. Las explicaciones las necesita uno y es uno
mismo quien debe buscar dentro de sí la respuesta que está pidiéndole al otro.
Es por eso que lo que el otro le diga nunca lo satisfará. Puede que calme un rato
su ego, si el otro quiere ser condescendiente, pero nada más. Luego volverá a
la carga, porque no está yendo a la causa, sólo está mareándose con el efecto
de sí mismo.
Así que por favor, no me pidas explicaciones, ahora ya sabes
que lo mejor que puedo hacer es no dártelas. Deja que mis actos hablen y toma
tus propias decisiones con respecto a nuestra relación (sea del tipo que sea),
yo haré lo mismo y cada cual, como adulto sano, sabrá hacerse responsable de
sus propias elecciones.
Recuerda, amor no es condescendencia, amor es coherencia.
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