Gabriela Collado

Terapeuta Holística. Maestra Espiritual. Coach en Relaciones. Terapia PNL. Transgeneracional. Biodescodificación. Risoterapia. Reiki Master. Terapia Metamórfica. Registros Akashicos. Tarot Evolutivo. Canalizaciones. Terapias y Talleres Vivenciales (Presenciales y On Line). Conferencista. Seminarios Motivacionales.

martes, 4 de noviembre de 2014

No me pidas explicaciones


Hace ya bastante tiempo que tomé la decisión de dejar de dar explicaciones y, seguramente, fue el mismo día en el que decidí que tampoco necesitaba pedirlas. 
Es sencillo, necesitas explicaciones cuando no aceptas al otro como es, cuando te sientes ofendido u ofendida por su modo de actuar. 
Si el otro te ofrece una explicación y ésta no cuadra con tus expectativas, esas explicaciones no te sirven porque no son lo que deseas escuchar. 
Quien ha aprendido a no tomarse las actitudes ajenas de manera personal, porque está en paz consigo mismo o porque comprende que cada uno tiene sus motivos para actuar como actúa y su libertad para ser como elija ser, esa persona no necesita explicaciones. Explicaciones necesita quien necesita explicarse a sí mismo por qué los otros son como son con respecto a él o a ella, porque se siente en falta, porque tiene miedo de no ser querido puesto que ha olvidado cómo era amarse a sí mismo. Es el ego sintiéndose demasiado importante el que necesita explicaciones, explicaciones que nunca acabarán de llenarlo. Explicaciones de explicaciones, de explicaciones…
Y seguramente parezca que estoy dando explicaciones sobre por qué no doy explicaciones. Tal vez hoy necesite darlas. Tal vez hoy necesite dármelas a mí misma. Porque, en definitiva, todo es siempre con uno mismo. Cuando uno ama, se ama, cuando uno da, se da, cuando uno se cabrea con otro, está cabreándose consigo mismo. Nada hay allí fuera, nada que deba ser explicado o necesite explicarse. Las explicaciones las necesita uno y es uno mismo quien debe buscar dentro de sí la respuesta que está pidiéndole al otro. Es por eso que lo que el otro le diga nunca lo satisfará. Puede que calme un rato su ego, si el otro quiere ser condescendiente, pero nada más. Luego volverá a la carga, porque no está yendo a la causa, sólo está mareándose con el efecto de sí mismo.
Así que por favor, no me pidas explicaciones, ahora ya sabes que lo mejor que puedo hacer es no dártelas. Deja que mis actos hablen y toma tus propias decisiones con respecto a nuestra relación (sea del tipo que sea), yo haré lo mismo y cada cual, como adulto sano, sabrá hacerse responsable de sus propias elecciones.
Recuerda, amor no es condescendencia, amor es coherencia.


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