Las energías que están moviéndose en estos tiempo nos llevan
a que salga, no sólo toda nuestra luz con fuerza, sino también toda nuestra
oscuridad. Y es que somos ambas cosas y salen para que aprendamos a integrarlas
en conjunto.
A su vez, hay cosas que deben morir en nosotros. No se trata
de una muerte física, es el ego quien vive como una muerte el tener que
deshacerse de todos los mecanismos que ha utilizado hasta ahora.
Cuando esa sensación que tenemos no llega a un deseo de dejar
de vivir ni de quitarse la vida, sino más bien de una apatía hacia casi todo lo
que nos rodea, hacia todo lo que antes parecía llenarnos, lo que está
ocurriendo en realidad es un desprendimiento de una capa pesada que no nos está
permitiendo volar, trascender hacia nuestra propia esencia.
Es como cuando el gusano se mete dentro del capullo y cree
que va a morir pero en realidad está transformándose.
Toda transformación lleva consigo la muerte de un aspecto (¡o
de muchos!) y lo vivimos como depresión, apatía, rabia inclusive. Se nos
derrumban todos nuestros bastones, aquellos salvavidas en que nos apoyábamos
hasta ahora.
El desapego no es algo que deba asustarnos, es más, es el
camino para llegar a comprender que de lo único que debemos y podemos
aferrarnos es de nosotros mismos, de nuestra esencia.
Comienza a generarse en nosotros una especie de vacío
necesario para que pueda entrar lo nuevo y verdadero.
Puede que muchas veces hayas sentido que lo que la vida te muestra
no es lo verdadero, es porque comenzamos a recordar la gran sabiduría que portamos
como almas y ese recuerdo está presente en nosotros aun a nivel inconsciente.
Finalmente lo que está sucediendo es que nuestra alma está invitándonos a
soltar ya todo aquello que es superfluo, que no es la vida en realidad sino el
modo en que hemos venido viviéndola hasta ahora.
Las emociones se nos revuelven, el ego quiere agarrarse a lo
conocido pero no puede permanecer mucho tiempo en ninguna porque todo se le
derrumba, puesto que sus viejos argumentos ya no nos valen.
Así que, antes que alarmarnos, simplemente debemos dejar ser
lo que sea. Debemos dejarlo salir porque si nos resistimos el proceso se hará más
largo y nos generará más sufrimiento.
Como el gusano, debemos dejar hacer a nuestro interior y
observar con paciencia a ver qué viene después que será un renacimiento, seguro.
La mariposa está a punto de volar.
Loa triunfos que son
triunfos para el ego y nada más, no para el alma, ya no nos llenan. ¡Nuestra
alma nos está hablando! Eso no significa que debamos dejar de prestarle
atención a nuestra vida cotidiana y a las cosas de este mundo, estamos viviendo
en esta 3D y tenemos que aprender a equilibrar ambas cosas.
Con respecto a cómo hacer la transformación, en realidad nosotros
no tenemos que hacer nada, pero sí acercarnos más a nuestra alma. ¿De qué modo?
¡PARANDO LA CABEZA!
Sería importante que reserváramos un espacio cada día para
hacerlo, para meditar. No es cuestión de tiempo, con 10 minutos bastan y hay
muchos modos de meditar y parar la cabeza aun en medio de nuestras actividades
cotidianas. Es importarte ir a nuestro centro cada vez más,
Observar las emociones desde fuera, como ajenas a nosotros.
Nos dicen que es difícil parar la cabeza, en realidad no lo
es, es otra creencia más; lo que hace falta es voluntad solamente. El primer día
costará, el segundo menos y así...
Elegir dejar de ser víctimas de las circunstancias y las
emociones y parar los juicios, principalmente los que nos hacemos a nosotros
mismos. Por ejemplo: pensar que está mal lo que estamos sintiendo. No está ni
mal ni bien, es parte del proceso. Recuerda que el pensamiento genera la emoción,
si piensas “esto está mal”, vendrá una emoción acorde a eso. Recibe lo que
sientes como si fuera un invitado, pregúntale que quiere decirte, dile que deberá
irse, que solo puede estar poco tiempo e intenta no pensar en ello. Repite
"me amo y me libero" y dile a la emoción y al pensamiento "te
amo y te libero" y deja de enredarte en él.
Al observarnos de ese modo, aprendemos así a mirarnos de
frente en lugar de huir detrás de una queja o una pataleta o de escondernos
detrás de un miedo; eso al ego le molesta mucho así que no esperemos que
colabore, por eso debemos estar más atentos que nunca y darle un tiempo a ese
proceso que no durará mucho. No invites a los problemas a vivir a tu casa y a
tu cabeza, es decir, no sigas pensando en ellos todo el tiempo porque les das
poder.
Lo que suceda fuera sólo estará para ponernos a prueba en
este proceso interior. Estamos aprendiendo a movernos en el nuevo lugar de nuestra
alma y debemos equilibrarlo con lo que sucede fuera y eso ya es mucho! Así que tente
paciencia, felicítate por los logros y los pequeños cambios que vayas haciendo,
acompáñate, abrázate.
¡Vamos juntos, adelante!
Si crees que necesitas alguna herramienta que te ayude en este proceso o una simple guía más personalizada te invito a visitar mi web http://gabrielacollado.webs.com
¡Gracias por bendecir mi vida con tu lectura!
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