No busco a un
“maestro” que me indique cual es “mi camino y mi verdad”.
No busco
perfección, ni en mí misma, ni en el mundo, no busco un estado al que llegar,
salvo en el que “ya estoy”.
No busco
comprender las razones de lo que me agita y lo que me conmueve, porque no busco
negar mis emociones, las que inspiran a mi voluntad, sólo busco vivir en
coherencia entre lo que pienso, digo y hago.
He venido aquí a
vivirlo todo, incluidas sus consecuencias. Por eso no busco esconderme detrás
de un falso trono que sólo sirve como refugio para no sentir. Ya llegará el día
de mudarme a vivir encima de una nube, mientras tanto soy como la tierra, doy,
recibo, tiemblo, lloro, me abraso y me muero de frío y permito que todo vuelva
a empezar.
Soy una mujer
que “recoge” la vida cuando llega y la “acompaña” cuando se va... Porque
sabe cuando hay que dar más vida a algo y cuando hay que dejarlo morir.
Soy una mujer
que se ama a sí misma y no necesita que alguien venga a no quererla porque sabe
reconocer cuando es bienvenida y también cuando no es bien recibida. Y ni mueve
el rabo por lo primero ni se lamenta por lo segundo porque habita en la eterna
morada de su propio corazón.
Soy una mujer
valiente que no teme investigar lo peor. No hay peor, sólo hay verdad y
eso es lo que me hace libre.
Soy una mujer
que no teme la oscuridad más oscura, pues de hecho puede ver en la oscuridad.
Soy una mujer
que no teme los despojos, los desechos, la putrefacción, el hedor, la sangre,
los huesos fríos, las muchachas moribundas ni los esposos asesinos.
Pude y puedo
verlo todo, pude y puedo resistirlo todo y puedo amar.
Pero debes saber
que si te encuentro en mi camino, me sentiré dichosa de compartirnos el abrazo,
las palabras, el aliento, la ternura, nuestra humanidad más desenmascarada,
pero así, juntos, codo a codo, cara a cara y sin alturas, hablando el mismo
idioma del corazón.
Gabriela Collado
Clarissa Pinkola
Estés
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