Hasta el animal de piel más gruesa, como la persona con la armadura más fuerte, poseen un punto débil por donde es fácil traspasarlos, sus ojos.
Los ojos no sólo ven sino que también dejan ver.
La mente suele ser una traidora al traducir las imágenes, pero los ojos del corazón saben bien lo que han "visto".
Uno mismo se engaña y se miente, uno mismo se toma el pelo y juega consigo mismo y sus emociones.
Le decía el Zorro al Principito, "Lo esencial es invisible a los ojos y sólo se puede ver bien
con los ojos del corazón".
Hay una imagen balinesa que retrata muy bien esto, es un hombre que tiene como cabeza tres llamas y los ojos en el pecho, a la altura del corazón.
Pero es tal el aturdimiento que llevamos que aún nos cuesta comprender esa diferencia. Nos enredamos con las herramientas que se nos han dado para poder vivir en este mundo de tres dimensiones, nos enredamos con la vista y compramos espejitos de colores pero, sobre todo, la gran enredadora es la mente.
Nuestra mente, en realidad, no debería más que cumplir con su función de comunicación, habría de ser una herramienta a nuestro servicio y no al revés, como sucede en realidad.
Hay una imagen balinesa que retrata muy bien esto, es un hombre que tiene como cabeza tres llamas y los ojos en el pecho, a la altura del corazón.
Pero es tal el aturdimiento que llevamos que aún nos cuesta comprender esa diferencia. Nos enredamos con las herramientas que se nos han dado para poder vivir en este mundo de tres dimensiones, nos enredamos con la vista y compramos espejitos de colores pero, sobre todo, la gran enredadora es la mente.
Nuestra mente, en realidad, no debería más que cumplir con su función de comunicación, habría de ser una herramienta a nuestro servicio y no al revés, como sucede en realidad.
Hoy por hoy la mente tiene el mando y se ha convertido
en nuestro dios, para lo cual, nos ha convencido de que los temas del corazón
son una cursilería para mentes ignorantes necesitadas de sensiblería barata.
Y llega la ciencia, se impone, porque nos deja claro que dos más dos es cuatro y no hay discusión, todos tranquilos. Porque con la ciencia todos podemos “ver para creer”, pero ese "ver" ¿con qué ojos? ¿Los de arriba o los del dibujo balines? Está claro ¿no?
Y llega la ciencia, se impone, porque nos deja claro que dos más dos es cuatro y no hay discusión, todos tranquilos. Porque con la ciencia todos podemos “ver para creer”, pero ese "ver" ¿con qué ojos? ¿Los de arriba o los del dibujo balines? Está claro ¿no?
Ahora ya sabemos que es exactamente al revés: "Creer para ver".
Taller a Distancia: Relaciones con Amor.
Los encuentros no son casuales
http://gabrielacollado.webs.com/
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