Existen sincronías constantes que sin la paciencia necesaria no serían posibles de percibirse. Hay un hilo conductor entre cada acontecimiento y, mientras tanto, fluye la vida. Anclado en un juicio te pierdes ese flujo de la energía de un polo hacia el otro. El cambio de percepción es el que genera los milagros. Lo que haces, en realidad, es abrir la puerta a ese flujo natural, soltar el control, dejar de poner condiciones. Eso es juicio, las condiciones. Observa, sé un observador incondicional, acepta incondicionalmente. Confías más en la en la imperfección del ego que en la perfección del Universo. Sigues voces diferentes a la tuya propia. ¿Conoces tu voz? Sin silencio mental no serás capaz de conocerla. Argumenta la mente fabricando condiciones que no desmoronen al ego. Aceptar, rendirse, observar, amar. Has venido a ser instrumento, no ha fabricarlos. ¿Ser o hacer? Has creído que ser, simplemente ser, te convertía en inútil. El juicio constante una y otra vez, la parcialidad, la disgregación. Por eso esa constante insaciabilidad de hacer, hacer, hacer, que te lleva a la desesperante ansiedad, al futuro inexistente, al bucle del perro jugando a morderse la cola. Hay que hacer y luego defender lo que has hecho. ¿Acaso crees que Dios necesita defender su creación? La productividad es una proyección de tu falta de amor por ti, el bazar chino lleno de objetos para suplir tu falta de aceptación. Eres un país en guerra, eres un país víctima que se cree con derecho a atacar al otro, cree que su propio dolor es aval suficiente para hacer que el otro sufra. Eso proyectas en el mundo. No eres capaz de ver más allá del dolor, no eres capaz de aprender de él. Todo porque has decidido, desde tu propio juicio, de juicios, de juicios, que el dolor es algo "negativo" que debes erradicar de tu vida y lo peor es que crees que no hay mejor modo de hacerlo que cargárselo a otro. Sin embargo perpetúas así aquello de lo que huyes. Existe la perversión en el ser humano, por supuesto, es otro aspecto de su inteligencia. La perversión radica en que utilizas ese victimismo para obtener lo que quieres, lo que crees que necesitas o te pertenece. Es una manipulación. Tu lo llamas un aspecto oscuro, retorcido, pero no te confundas, no rechaces tú tampoco la maldad porque estarás atrayéndola cuando en verdad no la quieres. Ámala, ámala como lo que es, una herida, una ausencia de amor. Ámala y estarás poniendo amor dónde crees que falta. ¿Entiendes que no es ser malo? Sólo es llevarle luz y, como la luz está en tus ojos, tienes que mirar de frente a la vida, sobre todo, y precisamente, a aquello que más rechazas. Ése es el significado de abrazar a tu enemigo. El abrazo no es la forma, es la intención de integrar la sombra que te completa, amándola. Tú también eres Israel, todos lo somos y también Gaza. Si quieres liberar a Gaza y a las futuras Gazas, asume tu propio victimismo, tu propio dolor, tu propio interés y deja de cargárselo a los demás. El conflicto palestino es un reflejo de la humanidad de todo el planeta. Deja de mirar las cosas como si no tuvieras nada que ver con ellas. Eres el mundo y cuanto ves en él.
Gabriela Collado
Coaching Transpersonal
evolucionpersonal.org
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