Te has diferenciado a ti mismo, te has dividido de ti mismo, te has separado de tu ser Dios. Por eso no puedes huir de tí, del mismo modo que no puedes huir de Dios porque son lo mismo y porque esa separación es en verdad una ilusión.
Ves la separación pero no podrías deshacerte de ella ni aunque quisieras. Está en todo, lo Es todo. Nada hay fuera de Dios y nada hay fuera de ti.
El ojo de Dios es tu conciencia que todo lo ve. ¿Cómo esconderse de uno mismo?
Toda mentira, todo engaño es un intento de huída. ¿Cómo huir de uno mismo?
No rompes las cosas o intentas deshacerte de ellas para no verlas, lo haces para que no te vean ellas a ti, para que no te recuerden lo que eres.
Pero todo queda grabado aguardando su justo equilibrio y natural compensación (no la que tú le impones), tenderá a ella, la buscará con ahínco propiciando y disponiendo las mismas condiciones una y otra vez a fin de que sea saldado y el círculo cerrado.
No es una sentencia, es ley.
El equilibrio y lo que lo propicia es Amor y no, como muchas veces crees, lo que te libra de verte, lo que te anestesia y a lo que te haces adicto.
El apego es una adicción y la adicción un apego. Fugas vanas.
Amor es virtud de la luz y la luz ilumina.
La oscuridad, pues, no está en las cosas sino en tus ojos.
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