A veces la vida necesita aplastarte para hundir más la semilla en la tierra, lo suficiente para engendrar nueva vida integrando lo viejo. Porque la vida no descarta sino que integra e incluye.
Allí está la mano de la Diosa alimentando la nueva vida con la sangre de dolores viejos.
Ese es el sangreal, la sangre real, el oro de vida que corre por nuestras venas, el que forma nuestro hogar primigenio en el útero sagrado.
* Maga *
gabrielacollado.webs.com
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