Enojarse e indignarse por las situaciones
que te dañan y duelen es un acto de equilibrio emocional necesario.
Ser capaz de poner tus límites y que el otro sepa a partir de donde empieza a dolerte es un acto de soberanía de equilibrio físico y mental necesario.
No tengo que sonreír siempre si no quiero hacerlo. No tengo que aceptar lo que me daña sólo por no generar un conflicto. No tengo que dejarlo pasar todo para que me quieran. Primero tengo que saber qué es querer y eso solo se conoce de una manera: amándose a uno mismo.
Pero ha de tenerse en cuenta que ese es sólo el primer paso hacia la liberación y el perdón.
No sirve quedarse en el enojo, simplemente se trata de reconocerlo y transformarlo.
Ser capaz de poner tus límites y que el otro sepa a partir de donde empieza a dolerte es un acto de soberanía de equilibrio físico y mental necesario.
No tengo que sonreír siempre si no quiero hacerlo. No tengo que aceptar lo que me daña sólo por no generar un conflicto. No tengo que dejarlo pasar todo para que me quieran. Primero tengo que saber qué es querer y eso solo se conoce de una manera: amándose a uno mismo.
Pero ha de tenerse en cuenta que ese es sólo el primer paso hacia la liberación y el perdón.
No sirve quedarse en el enojo, simplemente se trata de reconocerlo y transformarlo.
"Ama y haz lo que quieras. Si callas,
callarás con amor; si gritas, gritarás con amor; si corriges, corregirás con
amor; si perdonas, perdonarás con amor. Si tienes el amor arraigado en ti,
ninguna otra cosa sino amor serán tus frutos."
Agustín de Hipona
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