De Calipso a Penélope está el
camino entre la necesidad de poseer al otro a través argucias por el temor a
perderlo, y la fe y la confianza de que al amor verdadero no hace falta
retenerlo sino tejerlo en nuestra propia vida.
Tejer una red de amor, no para el
otro, sino para el amor mismo, para que pueda entrar en nuestra vida. El miedo
sólo puede tejer un nido de ratas y nadie querría regresar allí.
Hemos creado un mundo absurdo en
torno al "amor" o a aquello que llamamos "amor" y desde el
miedo no podrá haber encuentro nunca. Alguno tendrá que permitir que el amor se
cuele y haga su trabajo.
Deja de temer entonces como
Calipso y confía en el orden mayor como Penélope.
Para tejer el amor se necesita
tiempo, paciencia, constancia y confianza.
Si te enfadas es porque temes, si
temes es porque no confías y si no confías es porque no estás vibrando en amor.
La tela de Penélope simboliza la
fe y la confianza, y también el amor que es el que mantiene estas dos
cualidades.
He aquí ambas historias, elije
quién quieres ser.
Calipso
En la mitología
griega, Calipso (en griego Καλυψώ, ‘la que oculta’) era, según la
Odisea, una hija del titán Atlas que reinaba en la hermosa isla de Ogigia. En
la Titanomaquia, cuando los titanes perdieron la guerra, los Olímpicos
castigaron a Calipso, por ser hija de Atlas, enviándola a Ogigia. Se dice que
cada milenio los dioses le mandaban un héroe para que ella se enamorara, pero
que luego, el destino, obligaría a Calipso a dejarlo marchar.
Cuando Odiseo, que se hallaba a
la deriva tras naufragar su barco, llegó a esta isla, Calipso lo hospedó en su
cueva, y le agasajó con manjares, bebida y su propio lecho. Lo retuvo así
durante siete largos años, y tuvo de él dos hijos: Nausítoo y Nausínoo. Calipso
intentó que Odiseo olvidara su vida anterior, y le ofreció la inmortalidad y la
juventud eterna si se quedaba con ella en Ogigia. Pero el héroe se cansó pronto
de sus agasajos, y empezó a añorar a su mujer: Penélope.
Viendo esta situación, Atenea
intervino y pidió a Zeus que mandase a Calipso que dejara marchar a Odiseo.
Zeus envió a su mensajero Hermes, y Calipso, viendo que no tenía más opción que
obedecer, dio a Odiseo materiales y víveres para que se construyera una balsa y
continuara su viaje. Odiseo se despidió de ella, no sin cierto recelo por si se
tratara de una trampa, y zarpó. Algunas leyendas cuentan que Calipso terminó
muriendo de pena.
Odiseo y Penélope
Ὀδυσσεὺς en griego, Vlixes en
latín, hijo de Leartes y Anticlea, fue el rey de Ítaca. Se casó con la bella
Penélope, hija del rey Icario, con la que tuvo un hijo, Telémaco.
Cuando Leartes, su padre, le cede
su reino con todas sus riquezas, Odiseo reconstruye el reino y adquiere fama de
hospitalidad, fuerza y riqueza. Pero su felicidad dura poco tiempo, ya que es
llamado a combatir en la Guerra de Troya. Durante ésta, Odiseo prestó sus
servicios a Agamenón, aunque en un principio no quería acudir a la contienda ya
que un oráculo le había revelado que le alejaría por muchos años de su esposa y
su hijo recién nacido.
La amarga separación de Odiseo y
Penélope no sería breve, ya que tras la Guerra de Troya, en la que el héroe
destacó por su valor y dotes de consejero prudente y eficaz, una tempestad
alejó su flota del camino a casa y sufrió la irá de Poseidón por dejar ciego a
su hijo Polifemo.
Tras diez años de larga travesía,
afrontando numerosas y diversas dificultades, entre las que no faltaron las
solicitudes de bellas mujeres como Circe y Calipso, para que Odiseo
olvidara a su amada esposa, viviendo una cómoda vida llena de placeres, el
héroe no cesó en su empeño de regresar a su patria y reunirse nuevamente con su
familia.
Por fin, veinte años después de
su marcha Odiseo consiguió alcanzar su sueño de volver a casa. No obstante,
había pasado mucho tiempo sin que Ítaca tuviera noticias de su rey y sin que
Odiseo tuviese noticias de su patria, por lo que el héroe desconocía si aún
tenía palacio y si su esposa había conseguido permanecerle fiel.
La larga ausencia de Odiseo había
sido una gran prueba de fe para quienes quedaron en Ítaca, su madre no
consiguió superar la pena de su marcha, muriendo a poco de marchar a la guerra,
su padre se había retirado al campo, alejándose del palacio y su esposa, ¿qué
paso con Penélope?
Cuando la ausencia de Odiseo
comenzó a prolongarse, la bella reina comenzó a recibir constantes e
insistentes solicitudes de matrimonio. No obstante, Penélope rechazó
sistemáticamente toda solicitud de matrimonio, manteniendo la esperanza de que
su marido, como le había prometido, volvería a su lado.
Los pretendientes se instalaron
en el palacio, gastando los recursos de la bella Penélope, que se quejaba
amargamente sin que nadie escuchara su opinión, si no era la de elegir
pretendiente. Finalmente Penélope, ideó un plan para aplacar a los indeseados
inquilinos de palacio. Les dijo que elegiría pretendiente cuando terminara de
tejer la mortaja de Leartes, pero cada noche deshacía lo que bordaba durante el
día. Pero, tras tres años
siguiendo esta rutina, una criada
delató a la dulce Penélope y el plazo permitido por los pretendientes terminó
abruptamente.
Quiso la fortuna que Odiseo
llegase oportunamente a su patria, pero no marchó directamente a Palacio, sino
que buscó a uno de sus hombres de confianza, Eumeo, quien se hallaba en compañía
de Telémaco. Padre e hijo se conocieron por fin y marcharon juntos a palacio,
si bien, Odiseo se disfrazó de mendigo para no ser reconocido.
Penélope, enterada de la llegada
de un mendigo extranjero, solicitó entrevistarse con él para tener noticias de
su
amado, reuniéndose
con él al anochecer. Mientras Odiseo le daba mensajes de esperanza a
Penélope, sin revelarle quien es, Telémaco, según ordenes de su padre, escondía
todas las armas de palacio. La reina comunicó al “extranjero” que un
sueño le dice que Odiseo llegaría pronto, pero que ya no estaba segura de ello
y al día siguiente organizaría un concurso para otorgar su mano al vencedor.
Así, a la mañana siguiente
Penélope se presentó ante los pretendientes con el arco que en su día le
regaló Ífito a Odiseo y les comunicó su decisión de conceder su mano a quien
consiguiera atravesar con una flecha unos anillos. Pero el problema que se encontraron
los pretendientes es que eran incapaces de tensar el arco. Entonces, Odiseo
pidió permiso para intentarlo y Penélope se lo concedió amablemente. Ante el
asombro
de todos, el “mendigo extranjero”
tensó el arco con facilidad y acertó con soltura en el blanco. Al momento, las
puertas del palacio fueron cerradas, llegando Telémaco con fieles partidarios
con armas y todos los pretendientes, que tanto habían abusado de la
hospitalidad de su madre y de su casa, fueron asesinados, al igual que las
criadas que no habían mostrado fidelidad a su señora.
Finalmente Odiseo le reveló a
Penélope quien era, dándole pruebas de ello y la diosa Atenea, prolongó esa
noche para que los esposos pudieran tener tiempo para contarse sus aventuras.
Si Odiseo es el ejemplo del guerrero
astuto y dialogante, la perseverancia y amor incondicional de Penélope, la ha
convertido en el símbolo de la fidelidad, ya que esperó a su marido durante los
veinte años que duró su travesía, rechazando constantemente las solicitudes que
le hubieran permitido vivir placenteramente en palacio.
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