El Cirineo ayuda a Jesús a cargar la Cruz - Tiziano- 1570 |
"Ayuda a los demás a levantar una carga pero no a apoyarla en el suelo." Pitágoras
Indica al estudiante que colabore diligente, pero que jamás asista a aquellos que pretenden eludir sus responsabilidades, porque alentar la indolencia constituye un pecado grave.
Debemos tener en cuenta que, muchas veces, cuando insistimos en ayudar a alguien que no desea ser ayudado es probable que, más bien, estemos interfiriendo en su propio aprendizaje y, probablemente esa insistencia no deja de ser un acto de soberbia por nuestra parte, pretendiendo saber lo que el otro necesita en ese momento.
No es lo mismo acompañar a alguien en el propio descubrimiento de la verdad que imponerle una verdad que aún no está en condiciones de ver o aceptar.
Por eso desconfío de quienes insisten en encontrar soluciones mágicas a sus problemas o piden ayuda a diestro y siniestro pero no llevan a cabo el arduo trabajo de descubrir la propia.
Es en el camino de cargar su propia cruz que uno puede ir descubriéndose a sí mismo.
Muchas veces pretendemos cargar con la nuestra y con la del otro pero no es ese el concepto de alivianar su peso sino de sumarle más peso al mundo. Porque es un acto de desconfianza en la fuerza y la capacidad de ese otro (la soberbia, una vez más).
Cada uno elige sus propios sufrimientos y sólo uno está en condiciones de decidir soltarlos. Si insistimos en hacernos cargo del dolor del otro, contrario a lo que creemos, estaremos agrandando su dolor, porque creemos en ese dolor.
Debemos ser capaces de aceptar las elecciones del otro, estemos o no de acuerdo con éstas.
Lo mejor que podemos hacer es confiar en que sabrá hallar el modo de acabar con su dolor en el momento oportuno y que saldrá fortalecido del viaje.
Lo otro mejor que podemos hacer es alivianar nuestras propias cargas para que las del resto dejen de pesarnos. Abrir un camino posible en el cual ese otro pueda mirarse y ser luz.
Si la carga de mi hermano me pesa sobremanera entonces no tendré la fuerza suficiente para sostenerlo (a él con lo que sea que decida, no a su carga).
Y, algo muy importante que muchas veces se nos olvida, quizá sea necesario dejar que se caiga para que descubra por sí mismo lo que le pesa. Puede que en el suelo halle el simiente que necesita para seguir creciendo.
Una reflexión: ¿Será que muchas veces insistimos en cargar la cruz del otro por no hacernos responsables de la nuestra?
Creo que cada uno está, siempre e indefectiblemente, en el mejor lugar en el que tiene que estar y con la capacidad y la fuerza suficiente para hacer lo que tiene que hacer.
Hay caminos invisibles en laberintos disfrazados. La salida sólo está en uno mismo.
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